Montañas: Las Verdaderas Escuelas de la Felicidad
Esa tal felicidad
La búsqueda de la felicidad quizás sea uno de los temas más antiguos de la humanidad. Está en todas partes, desde la superflua publicidad de margarina a las profundas reflexiones de filósofos de renombre, psicólogos y otros estudiosos. El tema es muy amplio, va desde los libros de autoayuda a las prácticas espirituales o religiosas.
Popularmente, se le atribuye la felicidad a diversos factores: la estabilidad financiera, buen trabajo, buena vivienda, bienes materiales de calidad, etc. En otras palabras: factores externos. Incluso fueron creados índices medidores de felicidad, y hay quienes aseguran ser feliz con “esta o aquella razón”. Siempre hay algo concreto y externo que se toma como la causa determinante de la persona feliz.
Sin embargo, la felicidad es exactamente lo contrario de esto: es interna y abstracta. Y, por supuesto, no se puede medir. Y al igual que cualquier cosa que no se puede medir, se hace difícil de comprender.
¿Será mismo la felicidad así de compleja, incógnita, indescifrable? ¿Sería ella utópica, inalcanzable, algo que debemos sólo mirar para seguir adelante? ¿Qué es a final esa tal felicidad?
La felicidad es sencilla
Hay tres hechos básicos sobre la felicidad que muestran que ella es mucho más sencilla de lo que podríamos imaginar:
• La felicidad tiene mucho más que ver con tu nivel de conexión contigo mismo y con la mayor energía del Universo que con los factores externos – materiales o circunstanciales. Es decir: sólo tú eres el responsable por ella, nadie más;
• Felicidad es básicamente sentirse pleno, completo; es sentir que nada está haciendo falta y sentir gratitud por lo que se tiene; es no sentir el peso de cualquier evento del pasado (penas, rencores, culpa), tampoco la ansiedad de lo que podría suceder en el futuro;
• 3) La felicidad no es algo que se busca – lo que conllevaría que estuviera en el futuro; es algo que se tiene (se practica, se siente) ahora. Sólo se puede ser feliz ahora, en el presente.
Para resumir en una frase sencilla: ser feliz requiere el estado de presencia. Vivir el 100% del presente. Si éste no fuera bueno, no tendría este nombre – ¡presente! ¿Cierto?
“La alegría no tiene causa y surge de adentro como alegría de Ser (…) Es su estado natural, no algo para lo que usted tiene que trabajar duro o que tiene que esforzarse por alcanzar. (…) disuelve la discordia, cura el dolor, disipa la inconsciencia, sin hacer nada, simplemente siendo y manteniendo esa frecuencia de intensa presencia”
– El Poder del Ahora, Eckhart Tolle
Montaña es pura presencia
Pero, entonces la felicidad es de hecho sencilla. Todo es una cuestión de proporcionar las condiciones ideales para que ella florezca, y que salga a la superficie. En términos prácticos, esto significa hacer actividades que nos acercan al momento actual.
Y con respecto a la práctica de la presencia, los deportes de montaña (escalada, montañismo, hiking, trekking) son una verdadera escuela. Son algunas de las actividades que más disponen de oportunidades para traernos al presente.
La montaña exalta la pureza de los animales, de las plantas y del agua que fluye en los ríos; la montaña nos muestra lo insignificante que somos y son nuestros supuestos problemas; la montaña prueba nuestra mente, nuestros límites, sacándonos constantemente de nuestra zona de confort; la montaña nos insta a cultivar el silencio y aquietar la mente; la montaña nos anima a apreciar lo simple, a ver belleza en todos los rincones; la montaña establece una conexión con nosotros mismos y congela el momento.
Lo que te ofrece la montaña
Estar en contacto con la Madre Naturaleza
Conectarse a nuestros orígenes es crucial. Esto nos hace recordar que todos somos parte de una misma gran cosa. La naturaleza es la esencia divina, y tiene una energía poderosa que nos trae la paz y serenidad con sólo su presencia.
Ejercitarse al aire libre
Caminar, correr, escalar… en fin, mover el cuerpo, oxigenar el cerebro y ver el verde. ¿Con qué frecuencia en tu rutina estás al aire libre? Ejercitarse aporta numerosos beneficios para el cuerpo, mente y espíritu.
Explorar nuevos lugares
¿Con qué frecuencia ves paisajes nuevos en tu día a día? ¿Cuánta atención das al camino que recorres: sus detalles, sonidos, colores, olores y sabores? En la montaña todo es nuevo, todo sin explorar; es un plato lleno a tus cinco sentidos, deseosos de probar el nuevo.
Vivir una aventura
La aventura involucra nuevas situaciones problemáticas para el cuerpo y para la mente, paisajes que quitan el aliento, incluso una buena dosis de miedo y fatiga. Tu cuerpo entiende como situaciones de estrés cuando tu mente “sale de la zona de confort”, entonces viene la adrenalina y el estado de alerta. Vivir una aventura hace, literalmente, nuestro corazón latir más fuerte. Y eso nos lleva el 100% al momento presente.
Dominar nuevas habilidades
Estar en la montaña requiere el aprendizaje de nuevas habilidades, cosas que no solemos hacer en nuestro día a día. Nuevos aprendizajes significan nuevas sinapsis en nuestro cerebro, que a su vez conduce a más creatividad. Sí, practicar deportes de montaña nos hace más creativos. Y así estamos más dispuestos a comenzar y conducir proyectos personales y profesionales, nos sentimos más productivos, más a gusto para hacer cosas nuevas y perseguir nuevos sueños. Eso es empoderamiento.
Tomar un buen desayuno respirando aire fresco
El desayuno es la comida favorita de muchas personas. Quizás por ser la primera, aquella que da el start de energía para las aventuras del día – y eso va tanto para la montaña como a la jungla de piedra. De igual modo, creemos que no hay uno que no goce de un buen desayuno acompañado de una hermosa vista, ¿verdad? Y en la montaña, la vista panorámica está garantizada – y de forma gratuita.
Observar las estrellas
Las estrellas son sabias. Nos enseñan el tamaño de nuestro insignificancia en el Universo. ¡Cuántas cosas lindas e increíbles hay para que podamos ver, descubrir, explorar! No hay tiempo para ocuparse con pensamientos pequeños, egocéntricos y negativos.
Pasar tiempo con los amigos
El hombre es un animal social. Por lo tanto, aunque debemos ser suficientes para sentirnos felices, convivir con nuestros semejantes es muy importante. Todo se trata de intercambio y aprendizaje. La calidad (energía, vibración) de las personas con las que convivimos, en cierto modo, también ayuda a dar forma a nosotros mismos. Jim Rohn dijo una vez: “Usted es el promedio de las 5 personas que más convive”. Y en la montaña, arriesgamos decir que ocurren intercambios y momentos de mucho mayor calidad que en otras situaciones normales de todos los días. Momentos de presencia, intercambios con personas más positivas. ¿Preferimos acercarnos a las personas negativas, que sólo saben quejarse de todo, o gente tranquila, que practica la gratitud, y vive “en buena”? Piénsalo.
Ensuciarse las manos, caminar con los pies descalzos
Vivimos un estilo de vida que nos aísla de la naturaleza. Necesitamos conectar, literalmente, a la tierra. Esto nos hace descargar las energías pesadas y cargarnos de la más pura energía de la naturaleza, y así recordar lo que hemos olvidado: que somos parte de todo eso.
“Es hora de recordarnos nuestra conexión.
Recordemos que somos la naturaleza.
Somos el planeta Tierra.
Todos somos sólo partes de un todo único.
Tú no estás aislado.
Tú no estás solo.Pon tus pies en el césped y acuérdate de eso”
– Gustavo Tanaka
Meditar
Meditar no es nada más que el estado natural del ser humano; nacemos “meditadores” – es decir, cuando niños tenemos toda la atención en el presente, tenemos la mente en silencio, entramos fácilmente en un estado de flujo. Los niños no sufren por el pasado, tampoco se preocupan por el futuro. Saben vivir plenamente. Por todas las oportunidades y beneficios ya mencionados, la montaña nos ayuda a volver a este nuestro estado natural, que es el estado de presencia. Por si sólo, estar en la montaña es como si fuera una gran meditación activa. Por supuesto, eso no excluye el modo de meditación tradicional – que, por cierto, queda aún más especial desde el cumbre de una montaña, con un mar de nubes frente a nosotros y el aire fresco en la cara, ¿no es así?
¿Quieres ser feliz? ¡Suba aquella montaña!
No necesitamos decir que exportas todo este aprendizaje de la montaña para tu día a día, ¿verdad? Ligereza, tranquilidad, alegría, buen humor, positividad. En una única palabra: felicidad.
Una vez que entras en el maravilloso mundo de los deportes de montaña, descubres que es sólo permitir que la alegría llegue a la superficie y el amor que ya existe dentro tuyo, y así estarás transformado para siempre. El cielo celeste está ahí; incluso si lo que se ve en el momento sea apenas nubes negras cargadas, el cielo celeste todavía está, y siempre estará allí.
En pocas palabras, felicidad es una cuestión de presencia y conexión contigo mismo. En eso las montañas son verdaderas maestras, y nos corresponde permitirnos explorarlas.
“Porque al final, no recordará del tiempo que pasó trabajando en la oficina o cortando el césped. Suba aquella maldita montaña”
– On the road, Jack Kerouac